Vive una experiencia inolvidable que combina romance, vino y la belleza de La Mancha en su máximo esplendor.
" Atardecer Manchego" comienza con una cálida bienvenida en un entorno de ensueño, donde un guía te llevará por un recorrido al atardecer a través de los viñedos. Mientras caminas entre las hileras de vides, con una copa de vino espumoso en la mano, el guía compartirá fascinantes historias sobre la tradición vinícola de La Mancha y la conexión histórica de la región con el mundo del vino. La magia del sol descendiendo sobre el horizonte y bañando el paisaje en tonos dorados será el telón de fondo perfecto para este recorrido íntimo y especial. La velada continúa con una cena privada cuidadosamente organizada en un rincón exclusivo del viñedo, decorado con luces suaves de velas y flores locales que realzan el ambiente romántico. Bajo el cielo manchego, disfrutarás de un menú de tres tiempos elaborado con los mejores productos locales, diseñado para resaltar los sabores auténticos de la región. Cada plato estará maridado con vinos seleccionados, que complementarán y realzarán los sabores de esta experiencia gastronómica única. La tranquilidad del entorno, el aroma de las viñas y el suave murmullo de la naturaleza crearán una atmósfera inolvidable para compartir con tu pareja. La experiencia culmina con una cata de vinos en un área panorámica, donde el paisaje manchego se convierte en el escenario perfecto para cerrar la noche. Degustarás vinos tintos y rosados de la región, guiado por un experto que explicará los matices de cada copa, mientras contemplas cómo el sol se oculta lentamente en el horizonte. Este momento de conexión con los sentidos y la naturaleza hará que "Atardecer Manchego" sea una experiencia única y mágica, ideal para celebrar el amor y crear recuerdos inolvidables con tu ser querido.
140€ por pareja
A partir de 2 personas
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Disfruta de la naturaleza y de los secretos de la Vendimia, conoce desde dentro el trabajo del viticultor y bodeguero, cata con él los vinos que elabora y termina reponiendo fuerzas con un almuerzo campestre al modo que lo hacían los vendimiadores de toda la vida. Todo ello en un entorno de gran belleza: el Valle del Aceniche.
